En la sociedad actual, por diversos motivos, muchas mujeres están retrasando la decisión de tener hijos. Desgraciadamente, el reloj reproductivo no tiene ninguna correlación con el reloj "social", y a través de los años se hace cada vez más difícil lograr la concepción.
Después de los 35 la probabilidad de quedar embarazada espontáneamente se reduce a un 20% cada mes y a partir de los 40 años a menos del 10%.

La caída de la fertilidad natural, se debe al deterioro en la calidad de los ovocitos (óvulos) ya que hay mayor proporción de trastornos cromosómicos en ellos.

Esta misma situación se refleja en los resultados de los tratamientos de Reproducción Asistida. La chance de embarazo disminuye en forma directamente proporcional a medida que aumenta la edad de la mujer. Es por ello que los especialistas insistimos con la consulta precoz, el diagnóstico adecuado y el tratamiento efectivo.

A lo largo de toda su vida reproductiva, una mujer tiene aproximadamente unos 500 ciclos menstruales.

Los conocimientos actuales permiten afirmar que, en la mujer, no se generan nuevos ovocitos luego de las 20 semanas de vida intrauterina. Nacemos con un número limitado de ovocitos cuyo destino es la muerte celular o el embarazo.
El proceso de muerte celular se produce desde la vida intrauterina y se mantiene hasta la menopausia. La velocidad con la que ocurre está genéticamente predeterminada y puede ser afectada por diversos factores.
Este proceso determinará la cantidad de ovocitos presentes en los ovarios en cada etapa de la vida de una mujer (reserva ovárica, edad biológica de los ovarios).
Además, de reducirse el número de ovocitos, se agrega una disminución en la calidad de los mismos a medida que transcurre el tiempo.

Las estadísticas nos muestran que a partir de los 35 años, la tasa de embarazo comienza progresivamente a disminuir y la de abortos a aumentar.

Es por ello que la edad de la mujer es significativa en la posibilidad de conseguir un embarazo.

El logro del embarazo depende de la unión de las gametas femenina ( ovocito) y masculina (espermatozoide) y la consecuente formación de un embrión con capacidad para implantar.